miércoles, 26 de enero de 2022

La llave

 A ustedes no les aflige el dolor ajeno, si acaso en su profundo ser pero dudo que se den cuenta. No se quejan de los gigantes porque procuren un mundo menos hostil, ustedes necesitan simplemente quejarse de algo, porque su propia insignificancia sí les aflige, y rehusan de exponerse a mirarla directamente a los ojos. No pretenden la paz para nadie, si acaso la suya propia aunque deambulen buscando por el sendero erróneo. Agitan una mezcla de autoridad moral con ciertos trozos de responsabilidad, desmembrada a conveniencia, y con esa pócima hedionda rocían su erguido caminar de un aire en apariencia elevado ¿Se han detenido a abordar el constreñimiento que acompaña a su estómago? ¿Recuerdan cuándo fue la última vez que observaron la vida? No, ustedes no quieren limitarse a la norma, no quieren conocer el modo correcto de hacer, en el fondo no les interesa. Están deseando abrirse al cariño, pero no encuentran la llave, ha debido caerse por entre las rendijas de los cojines del sofá, y ahora sienten una vergüenza tremenda, aunque absurda, de dedicarse a hurgar entre los huecos ¿Acaso están en casa ajena? ¿Acaso importa?

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