jueves, 18 de noviembre de 2021

Comparativa

 Imagino una playa cualquiera en un día tenue, tú apoyas tu espalda sobre mi pecho, estamos vestidos porque el viento a veces llega con ligera agresividad. Son las seis y media de la tarde en España, y el sol ya está próximo a esconderse tras el horizonte. Hemos podido vivir mil veces aparentemente la misma escena, aunque con otras personas. Nos damos cuenta, no obstante, de que este momento no ha sucedido jamás, y entonces mengua hasta la extinción cualquier tipo de comparativa, y entonces, deja de hacerse un hueco la competición en nuestras obcecadas conductas. Da igual con quién se vivió la falsa similitud de este instante, da igual también cómo se vivió, porque de pronto, nos percatamos de que ningún recuerdo puede ser más fuerte que el presente. Pero no sucede así, porque no hay playa ni viento ni sol, y sólo estoy imaginando, desde mi cama fría, que algún día seremos capaces de alejarnos de la comparación. Mientras tanto, soy un objeto inerte mecido sobre una pétrea vara de medir erigida por los túrbidos recuerdos de la mente.

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