sábado, 29 de diciembre de 2018

Breve carta de amor al amor

Si te escribo a ti de veras, has de pensar que soy absurdo y que escribo sin saber a lo que escribo. No niego tu razón, pero interpreto que esta carta podría servirme de algo, aunque… sé que vas a cuestionar la consistencia de la utilidad, hasta de la propia palabra en sí, su naturaleza humana. A pesar de todo, y aunque no vaya a ser mi texto la mejor concatenación de conceptos, tengo el profundo deseo de escribirte, seas o no de este mundo, pues nada hay ahora que pueda impedírmelo.
Nunca he llegado a conocerte, pero poseo la ilógica certeza de que tú has venido a visitarme muchas veces, de que incluso me rodeas en cada uno de los instantes de mi súbita existencia. Sé que estás en los segundos inconclusos del tiempo futuro, que estás ahora también en el pasado que sucede, que es el presente. Te he rozado con mis alas de fuego, he procurado abrazarte, pero siempre me despisto. Reconozco también que sé que no deben de gustarte demasiado las palabras, y que quizás te estoy pues atosigando ¿Sería mejor entonces que te dedicara una pintura? ¿Una melodía tal vez? Supongo que no hay nada que necesites, así que puedo imaginar que no te importa lo que haga o deje de hacer por ti. Siento no poder evitar pensarte…
Y seguro que es por pensarte por lo que no te comprendo, porque juegas con esa contradicción ¿Cierto? Quien se ciega con la obsesión de la búsqueda, te ambiciona y tú no puedes mezclarte con el anhelo, así que jamás te muestras ante tales sentimientos ¿Es posible que te quedes cerca? ¿Observando? Creo que nunca te vas de ningún lado y que a veces eres incluso las cosas que creemos que no puedes ser, ya que los cuerpos somos pura perspectiva. Hasta la ineptitud y sus podridos frutos penden de tus ramas, pero… No sabemos observar el árbol, pero… hasta la ineptitud y sus podridos frutos penden de tus ramas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario