miércoles, 18 de noviembre de 2015

La madrugada

Algo en la madrugada me invita a levantar de la cama, un soplo de fuerza venido del confuso lago de las emociones, un escalofrío que tensa mis músculos, un escalofrío que me pide suavemente que comparta sus caricias con el mundo. Algo da portazos en la piel de mi pecho y envía la onda expansiva de sus golpes hasta la carne de mi vientre. Un espíritu ancestral vagabundea entre los huecos vacíos de mi organismo y enciende las calderas empolvadas que se estaban oxidando lentamente en mi consciencia. Un túnel se desquebraja ante la luz de su final y sus escombros paren árboles y agua. Las mujeres y los hombres de la tierra salen al asfalto y caminan mirando al cielo hasta las vastas extensiones de hierba y cariño. Las estrellas se alían con las gargantas y se anudan para fabricar suspiros dando a quien lo necesita algo de oxígeno en su alma. La vida renace en el comienzo exacto de una ola que alcanza finalmente dimensiones colosales, se rompe en la arena de nuestra realidad diaria e inunda cada segundo de las experiencias individuales con un aroma insólito y desconcertante. Las ametralladoras se derriten bajo el ácido sabor de los sueños y las bombas se ahogan frente a la pared inquebrantable de los gritos de esperanza. Y los pasos se hacen grandes y se alejan del planeta porque no caben ya aquí, van dejando sus kilométricas huellas por el cosmos infinito, nos traen la luz primigenia de los astros que perdieron el fuego para que hagamos hogueras en la tierra, hogueras en la mente, danzas alrededor de las llamas, rituales olvidados para despertar la sangre que nos une. Y las manos crecen y las líneas plagan la manta pulida de las palmas, laberinto viejo de un jardín que ha sido siempre regado por el eco del misterio. Y las manos agarran el profundo oscuro de la noche, y abren la cortina de la pura energía, y reposan en la espalda de un abrazo pétreo e irrompible. Algo en la madrugada son los ojos, que se abren, observan, absorben y se cierran y se abren, de nuevo, con más fuerza, con algo más de fe en la madrugada. Madrugada preguntona, irreverente, tratando de cambiar el rumbo al tiempo… Todavía vivimos, cayendo entre empinados riscos, vivos, aunque no conozcamos demasiado bien el significado, podemos usar las palabras. Las palabras son hermosas y yo estoy dentro de tus lágrimas de acero.

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