No somos bien recibidos por todos
nuestro semejantes. Es imposible caerle bien a todo el mundo y no debe nadie
agobiarse por ello. Voy hablar aquí de cuando nos esforzamos por ser diferentes
para que nos amen, del problema que esto supone y de que lo verdaderamente
importante es comportarse como realmente se es para amarse uno a sí mismo antes
que estar esperando a que nos amen los demás.
Las personas cambiamos sin darnos
cuenta y cuando queremos cambiar conscientemente, entramos en un círculo
disparatado e insensato. Pensar racionalmente en cambiar y esforzarse
mentalmente en ello sólo genera frustración, jamás un cambio real, jamás un
giro significativo. Uno sabe quizás que tiene algún que otro comportamiento
egoísta en una determinada situación y entonces intenta evitar ese
comportamiento cada vez que aparece, pero el sentimiento sigue ahí. Quieres
llevarte el trozo más grande del pastel, en el fondo de ti mismo quieres
llevártelo, pero te obligas a dejarlo, te obligas a adquirir el más pequeño y
luego te planteas si está bien lo que has hecho o en realidad has sido imbécil
porque sabes que los demás también querían el trozo grande y ellos no se han
parado a pensar en que quizás tu también quisieses ese trozo. Como ves, el
sentimiento egoísta sigue ahí, a pesar de que cada vez que se repita una
situación parecida a la descrita anteriormente consigas evitar comerte el trozo
más grande, tú no has cambiado y no estás cambiando, eres exactamente el mismo
egoísta de siempre. Sólo cuando paras, te concentras y reflexionas puedes
incidir en el verdadero sentimiento, en la emoción pura que te lleva a ese
conflicto. Primero hay que aceptarse a uno mismo, admitir que se es egoísta,
reconocer que no somos perfectos, luego deberíamos buscar el sentimiento que
nos lleva a desear lo mejor para nosotros sin tener en cuenta a los demás, hay
que buscarlo dentro de nuestro cuerpo, hay que observarlo y sentir la reacción
de nuestros órganos, nuestros músculos y nuestras articulaciones ante dicha
emoción. Si conseguimos mantener la concentración en esto, es muy probable que
no pase demasiado tiempo hasta que comencemos a ver lo absurdo de nuestra
inquietud ¿Acaso moriré de hambre si no me llevo el trozo más grande? ¿Acaso es
cierto lo que mi mente imagina, lo que me dice, que comerme el trozo pequeño es
como no haber comido nada? ¿Es eso cierto? ¿Qué diferencia significativa hay
entre un trozo de pastel de cuatro centímetros de grosor y otro de tres
centímetros y medio? ¿De verdad será diferente la sensación de saciedad? ¿No es
quien tengo delante una persona que amo, alguien que aprecio, y por eso estoy
compartiendo con él este pastel? ¿No deseo lo mejor para dicha persona? Si me
he hecho consciente de que hay un trozo más grande que otro, ¡Quiero que el más
grande sea para él! No me importa que la otra persona haga o no esta misma
asociación de emociones hacia mí, yo quiero a esa persona y lo que más deseo es
su felicidad. Sólo así se termina cambiando: aceptándose a uno mismo, llegando
a la raíz de los sentimientos, pero sin tener apenas la intención de cambiar,
el cambio viene solo, cuando menos lo esperamos. Si nos obligamos a ser
diferentes, sólo encontramos un paraje sombrío plagado de frustraciones que
terminan transformándose en discusiones y conflictos innecesarios con quienes
amamos. Hay que aceptarse.
Y cuando nos rechazan, creo que
debemos saber amarnos a nosotros mismos, reconocer nuestro brillo personal sin
esperar deslumbrar a nadie. No deberíamos forzar las situaciones ni los
cambios, no deberíamos esperar nada de nadie ni tampoco intentar transformar
las actitudes de los que son pobres en su esencia porque encontrarán los
motivos para su transformación cuando el egocentrismo muera por la
imposibilidad de darle una explicación al aislamiento emocional que les aflige.
La naturaleza de las cosas da respuestas para unos y otros. Si nos amamos, y
respetamos lo que sentimos, hacemos lo que realmente queremos hacer, y la
sinceridad de nuestros actos, termina cambiando el rumbo de los acontecimientos
hacia las utopías personales vivas en nuestro presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario