Yo, si tú quieres, ya no te digo nada más, y te doy la razón en eso de
que no hay nadie tan sumido en la desgracia como tú. Yo, si tú quieres,
me mantengo en silencio para que no imagines que cada palabra mía trata
de competir con tu voz. Yo, si tú quieres, me marcho y te dejo a solas
con tu pensamiento. Pero en el fondo sabes que no quieres que me vaya,
que quieres que siga hablando contigo y destruir el bucle en el que nos
hemos sumergido, y sabes también que la única desgracia que te aflige es
el hecho de pensar que tienes siempre mala suerte. Ese pensamiento es
el que causa finalmente que me calle, que me vaya y que te quedes,
tristemente, bajo el enredo de tus elucubraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario