Me arranco los minutos de la vida que me envuelve pensando en la tristeza que en mi ausencia te socava, creyéndome la causa de tu mal, cierro la boca e inútil me limito a discutir conmigo mismo.
Llamándote levanto el estandarte de la duda y siento que barajas nominarme responsable, entonces me sepulto para que no puedas verme y acepto firmemente que esto es sólo cosa tuya.
Me arrugo en una esquina y evitando dar señales, acabas asumiendo tu delirio intransferible, concibes el absurdo de luchar contra tu vientre y así como te abdujo, se disipa la demencia.
Se posa lentamente tu fragancia en mis orejas, me giro, doy la vuelta y me acorrala tu sonrisa, no hay brecha en el espacio que haga tiempo a mis reproches, por eso nos fundimos nuevamente en nuestro amplexo.
Llamándote levanto el estandarte de la duda y siento que barajas nominarme responsable, entonces me sepulto para que no puedas verme y acepto firmemente que esto es sólo cosa tuya.
Me arrugo en una esquina y evitando dar señales, acabas asumiendo tu delirio intransferible, concibes el absurdo de luchar contra tu vientre y así como te abdujo, se disipa la demencia.
Se posa lentamente tu fragancia en mis orejas, me giro, doy la vuelta y me acorrala tu sonrisa, no hay brecha en el espacio que haga tiempo a mis reproches, por eso nos fundimos nuevamente en nuestro amplexo.
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