domingo, 23 de marzo de 2014

Palabras al día XXI: Flores que jamás han regado (23/03/2014)

En sus discursos hablan de flores que jamás han regado, exigen al destino lo que no han sido capaces de crear por sí mismos. En sus filas se mueven almas podridas que se perfuman y se esconden tras una piel de luces y falacias, nos invitan a sus desfiles porque sus gargantas gritan esperanza y utopía, pero detrás de sus consignas viven demonios acurrucados esperando el momento de atacar. Dicen imaginar un mundo nuevo, pero sus propias casas son pozos de miseria, tratan de ocultarlo, pero sus ojos aún lo reflejan.

Érase una hormiga alada que quería ser abeja. Cerca de su hormiguero había un gran panal. Ella había oído que las abejas dedicaban su vida a recoger el néctar de las flores y convertirlo en miel, que tenían una gran mamá y que bailaban para hablar entre ellas. Todo esto le fascinaba a la hormiguita, así que le preguntó a las abejas si les importaría aceptarla en su panal como a una abeja más. Las abejas accedieron de muy buena gana, ya que, según sus propias palabras, todo ser vivo tenía hueco entre las abejas si así lo deseaba, en el panal no se rechazaba a nadie.
La hormiguita se puso muy contenta, pero su felicidad no duró mucho tiempo, pues cuando llevaba varios días viviendo en el panal se dio cuenta de que nada era como ella había imaginado. Estas abejas no recogían néctar, no producían miel ni hacían nada de lo que ella suponía que debían hacer las abejas, así pues, pidió explicaciones. Le dijeron que no podían ser como las demás abejas porque las demás abejas se lo impedían y que se encontraban siempre en tensión con el resto de los panales.
Al cabo de algunos meses, la hormiguita se percató de que todas las abejas de la zona eran iguales y de que todas decían lo mismo que las de su panal, así que pensó que ser abeja no era como ella había imaginado y decidió marcharse y buscar a otros insectos que fueran realmente como ella creía que debían ser. Pero fueran los insectos que fuesen, siempre ocurría lo mismo, sus comportamientos no eran como se supone que habían de ser.
La hormiguita frustrada se subió a una roca y observó que empezaba a llover. Pudo ver como las gotas caían sobre los insectos del valle y quedó sorprendida cuando se percató de que las abejas comenzaban a perder sus rayas amarillas. Resulta que todas eran hormigas aladas que habían querido ser abejas y se habían pintado para parecerse a ellas. También ocurrió lo mismo con los demás insectos, todos perdieron sus falsas identidades bajo la lluvia, ningún insecto era finalmente el que había aparentado ser. Sólo la hormiguita, sobre aquella dura roca, permanecía con su negro color, siendo lo que era, una hormiga y nada más.
Cesó la lluvia y todos los insectos volvieron a maquillarse para parecer otro insecto. Entonces la hormiguita lo comprendió todo, sintió un poco de pena, pero vivió feliz.

Ellos son como las falsas abejas y su mayor enemigo son ellos mismos, ellos nos intentan arrastrar hacia su propia mentira y, cuando pasa demasiado tiempo sin llover, a veces nos convencen, pero debemos aprender a mirar siempre por debajo de las capas de pintura, de hecho, debemos aprender a mirar primero debajo de nuestras propias capas de pintura para saber quienes somos realmente. 
Son su peor enemigo y somos nuestro peor enemigo. Después de la lluvia, cuando te descubras, resiste la tentación de volver a odiarte, pues sólo así obtendrás paz.

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