viernes, 13 de diciembre de 2019

Nirvana

Adeptos a la carrera de la iluminación, detrás de la manera correcta de pensar y actuar, creyendo que están en algún tipo de sendero virtuoso, asumiendo la potestad para analizar a todo individuo con el que se topan. Piensan que todo el mundo tiene un problema, que existe algo que nos aparta de la manera ideal de ser, y entonces tratan de ayudarnos, de hacer terapia. Hay quienes les ofrecen alas cuando se colocan bajo ese rancio paternalismo, provocan que estos divinos seres sigan creyendo que han sido tocados por la mano de dios. Escupen la palabra ego y la aplican despectivamente sobre los demás, cuestión que denota paradójicamente su exacerbado egocentrismo. Viven atrapados en el bucle de un delirio de grandeza ante el que permanecen absolutamente ciegos, y que además, es difícil que pueda ser apreciado por sus incrédulos discípulos. No pueden aceptar el miedo como una dimensión emocional intrínseca a la existencia, siempre es un error la oscuridad, siempre el sufrimiento es despreciable, pero luego dicen amar la vida. El tiempo cultural que nos envuelve les obliga a rechazar sutilmente los códigos morales y a vender la idea del bien y del mal como una estructura subjetiva, pero basan realmente sus pasos en leyes inquebrantables y desean fervientemente que sean aplicadas ante todos los seres humanos, ya que si no las perciben como absolutas, no entienden la realidad. Psicólogos, psiquiatras, terapeutas, hippies, profetas, gurús, empresarios de las desgracias ajenas, de las penas, las emociones y las personalidades que se consideran defectuosas. Dejad de vendernos vuestro santo nirvana, ese nuevo dios inalcanzable. Vuestro rol de seres iluminados da excesiva vergüenza. La iluminación es Buda borracho cagando en un centro comercial. Dejadnos llorar, queremos estar locos, sentir rabia, dolor, odio, violencia, rencor, envidia, aburrimiento porque estamos vivos. Esa evolución de consciencia es una mera idea inexistente, otro recurso para mantener ocupada la voluntad, otra religión. No hay camino correcto, no hay una razón colectiva, no hay un punto al que llegar, no hay una manera ideal de ser, no existe ningún mesías. La inteligencia es sólo una palabra que reúne una serie de características ideadas por el ser humano para vanagloriarse de sí mismo. Nuestra perspectiva nos obliga a elaborar juicios y valoraciones respecto a las situaciones que acontecen, pero más allá de nuestra jerarquía mental, el dolor y el placer, el sufrimiento y la felicidad, son exactamente la misma cosa. Si amamos la vida, no podemos rechazar la muerte.

2 comentarios:

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  2. Hola sergio... me podrías regalar los acordes de esta perfecta pieza de arte ✌��

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