domingo, 24 de noviembre de 2019

Sabiduría

A mí me interesa la sabiduría, no tanto el conocimiento. A mí me interesa el aprendizaje, no tanto la memoria. Saber es ser, impregnarse de, adherirse a, abrazarse con, sin preocuparse en absoluto de la utilidad. La etiqueta memorizada, el conocimiento, es fácil que nos arrastre a la magnificación de la separación, a la desatención, a entender que existe objeto diferente y fuera de uno mismo, y, por tanto, a perseguir el uso, la utilización para el supuesto beneficio personal. Beneficio que se apoya y se construye sobre la idea de que lo positivo es siempre lo que se acerca al placer o al estado de buena salud.
La sabiduría es sentir, es conectarse con el roble, y no tanto conocer que un roble es un roble. El roble no sabe que es un roble, el roble sólo es. Sólo podremos saber, sólo podremos ser, cuando olvidemos el árbol, cuando seamos él. La vida careció eternamente de lenguaje, no hay denominaciones. El juego del conocimiento es un engaño humano, una herramienta creada con la paradójica meta de estructurar el mundo, que finalmente nos ha llevado al completo despiste. Las bases de datos son para las computadoras. La sabiduría reside únicamente en el corazón. Estudiar es amar, no existe otra manera.

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