jueves, 13 de marzo de 2014

Palabras al día XI: El mal sueño (13/03/2014)

No creo que sea el único que se despierta de madrugada de vez en cuando. A veces a las cinco de la mañana, otras veces a las tres o a las cuatro, y durante una, dos o tres horas permanezco despierto observando casi paranoico mi mente que se enreda en pensamientos absurdos e inoportunos. Consigo dormir al cabo del rato, pero enseguida salta la alarma del despertador. Tengo bastantes problemas para conciliar el sueño. Cuando me pasa esto intento concentrarme y me imagino que soy una piedra en medio de un páramo aislado donde nunca pasa nadie, pero no suele funcionar porque, por alguna extraña razón, mi mente a esas horas malditas está demasiado activa y me condena a prestarla atención.
¿Habéis sufrido alguna vez una parálisis del sueño? Es una sensación terrible, de pronto te despiertas y tu cuerpo no se mueve. Según dicen los que estudian estas cosas, el cuerpo se queda quieto por culpa de unas moléculas que paralizan la corteza motora. La parálisis va acompañada a veces de alucinaciones. Yo no he sufrido nunca alucinaciones visuales durante estas parálisis, únicamente auditivas y la mayoría de las veces se trata de un zumbido muy potente que se apaga bruscamente cuando termina el mal rato. La primera vez que tuve una parálisis del sueño noté como mi cabeza reposaba sobre la almohada, pero mi cuerpo entero estaba elevado haciendo una diagonal respecto a la horizontalidad de mi cama y así permanecí durante varios minutos hasta que sentí que mis brazos y mis piernas descendían ligeramente hasta tocar las sábanas. Sé que racionalmente eso es algo imposible, pero en ese momento para mí era completamente real y os aseguro que si os ocurriera, os percatarías de que la lógica en ese instante no sirve para nada. Sólo cuando se sufre varias veces esta angustiosa situación, se va haciendo más posible aplicar el razonamiento lógico y aunque así sea, la angustia no desaparece porque el hecho de comprender lo que te ocurre no hace que deje de ocurrir, eso es obvio. La sensación es altamente incómoda.
Es increíble el desconocimiento que tenemos de nuestro propio cuerpo. Hay quienes dicen que estos problemas del sueño provienen del estrés, pero no es tan sencillo. Sí, claro, por supuesto que cuando he tenido preocupaciones demasiado pesadas he padecido dificultades para conciliar el sueño y he experimentado parálisis, pero no siempre se ha debido a esas causas. En momentos de mi vida verdaderamente apacibles también he pasado por esos ratos infernales. ¿A qué se puede deber por tanto este problema? ¿Qué lo provoca? Bueno, no soy científico y no puedo darle una explicación, pero es posible que a veces nuestra mente vaya por derroteros que no elegimos conscientemente, es posible que haya un principio caótico dentro de nuestro propio ego que sea completamente indomable y que aproveche quizás nuestro letargo para expandirse y romper con las reglas que lo difuminan durante los estados conscientes. Es posible que sea algo así como una noche de violentos fenómenos medioambientales que quiebran la ingenua tranquilidad de las aguas y provocan inmensas olas y corrientes incontroladas, es posible que sea algo como eso pero dentro de nuestra cabeza cuando la mecánica incesante del cerebro se calma. Y claro, si tenemos la mala suerte de despertar, no nos queda otra que agarrarnos a la tabla y esperar a que amaine el temporal.

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