"Cuando pienso, pienso en dos, en la antítesis, en la antonimia, en
las fuerzas que se enfrentan y que a veces se mezclan. No pienso en lo
bueno y en lo malo ni tampoco en lo negativo y lo positivo porque son ya
etiquetas que del uso interesado sólo sirven ahora para establecer
leyes en beneficio de unos pocos.
Las posibilidades parecen
siempre muchas, pero de unas a otras sólo existen dos emociones
contrapuestas, y sólo una decisión entre todas las alternativas es la
que despierta nuestra voluntad verdadera, aunque rara vez elegimos aquella.
Cada día compartimos nuestras experiencias con el resto de los seres y
de tantos hay sólo unos pocos que mantenemos cerca porque consideramos
su compañía como algo especialmente beneficioso. Ante su presencia
tenemos la opción de tratar cada suceso como una cuestión a analizar y,
por tanto, discutir periódicamente o, por el contrario, aceptar la
realidad y permitir que el presente se nutra de las consecuencias de
existir, sabiendo que no hay alternativa al desarrollo de los
acontecimientos en el ahora (Porque ya están sucediendo o acaban de
suceder). La primera opción genera dolor y sufrimiento de manera
irremediable, la segunda opción es en sí amor, y ninguna es buena ni
mala, sólo transforman nuestra atmósfera hacia un punto o hacia otro,
uno garantiza la salud y la supervivencia y el otro lleva a la
enfermedad y a la muerte.
Enfadarse es una pérdida de tiempo y aprender a amar a quienes tenemos al lado (o a lo que tenemos al lado), es algo que merece ser parte de nuestras necesidades vitales, tanto como lo es respirar.
No conozco acción más subversiva que el afán por amar y cuidar a quienes caminan junto a nosotros porque ataca directamente a los pilares en los que se sustenta el sistema económico, político y social de nuestra era, que no son otros que la envidia, la avaricia y la apatía, emociones todas ellas compañeras del dolor universal.
Es obvio que toda la estructura enferma sobre la que intentamos convivir, caería estrepitosamente bajo la presión de la fraternidad, por eso las revoluciones suelen fracasar, porque no hay emociones honestas, y la fraternidad es sólo una palabra vacía sobre la que no se pretende construir nada.
No conozco acción más cobarde, conformista y servicial que la de odiar o maltratar la vida de uno mismo y la de los demás.
Hace mucho una sonrisa siempre por el mundo, una sincera y honesta, no de aquellas que salen por compromiso. Hace mucho un abrazo siempre por el mundo, porque conecta uno a uno y poco a poco con las emociones más transgresivas y los sentimientos más revolucionarios que puede ofrecer la realidad."
Enfadarse es una pérdida de tiempo y aprender a amar a quienes tenemos al lado (o a lo que tenemos al lado), es algo que merece ser parte de nuestras necesidades vitales, tanto como lo es respirar.
No conozco acción más subversiva que el afán por amar y cuidar a quienes caminan junto a nosotros porque ataca directamente a los pilares en los que se sustenta el sistema económico, político y social de nuestra era, que no son otros que la envidia, la avaricia y la apatía, emociones todas ellas compañeras del dolor universal.
Es obvio que toda la estructura enferma sobre la que intentamos convivir, caería estrepitosamente bajo la presión de la fraternidad, por eso las revoluciones suelen fracasar, porque no hay emociones honestas, y la fraternidad es sólo una palabra vacía sobre la que no se pretende construir nada.
No conozco acción más cobarde, conformista y servicial que la de odiar o maltratar la vida de uno mismo y la de los demás.
Hace mucho una sonrisa siempre por el mundo, una sincera y honesta, no de aquellas que salen por compromiso. Hace mucho un abrazo siempre por el mundo, porque conecta uno a uno y poco a poco con las emociones más transgresivas y los sentimientos más revolucionarios que puede ofrecer la realidad."
Hermoso...
ResponderEliminarEl problema es, para mí, que el amar a los que se tiene al lado requiere aveces de los "dolores universales" para cuidar de estos mismos, es decir, hasta cierto punto el mantener y proteger a nuestros residentes en el corazón, uno tiene que elegir por el bien de estos y no por los otros. En fin, no se puede tener todo.
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