Algo en la madrugada me invita a levantar de la cama, un soplo de fuerza
venido del confuso lago de las emociones, un escalofrío que tensa mis
músculos, un escalofrío que me pide suavemente que comparta sus caricias
con el mundo. Algo da portazos en la piel de mi pecho y envía la onda
expansiva de sus golpes hasta la carne de mi vientre. Un espíritu
ancestral vagabundea entre los huecos vacíos de mi organismo y enciende
las calderas empolvadas que se estaban oxidando lentamente
en mi consciencia. Un túnel se desquebraja ante la luz de su final y
sus escombros paren árboles y agua. Las mujeres y los hombres de la
tierra salen al asfalto y caminan mirando al cielo hasta las vastas
extensiones de hierba y cariño. Las estrellas se alían con las gargantas
y se anudan para fabricar suspiros dando a quien lo necesita algo de
oxígeno en su alma. La vida renace en el comienzo exacto de una ola que
alcanza finalmente dimensiones colosales, se rompe en la arena de
nuestra realidad diaria e inunda cada segundo de las experiencias
individuales con un aroma insólito y desconcertante. Las ametralladoras
se derriten bajo el ácido sabor de los sueños y las bombas se ahogan
frente a la pared inquebrantable de los gritos de esperanza. Y los pasos
se hacen grandes y se alejan del planeta porque no caben ya aquí, van
dejando sus kilométricas huellas por el cosmos infinito, nos traen la
luz primigenia de los astros que perdieron el fuego para que hagamos
hogueras en la tierra, hogueras en la mente, danzas alrededor de las
llamas, rituales olvidados para despertar la sangre que nos une. Y las
manos crecen y las líneas plagan la manta pulida de las palmas,
laberinto viejo de un jardín que ha sido siempre regado por el eco del
misterio. Y las manos agarran el profundo oscuro de la noche, y abren la
cortina de la pura energía, y reposan en la espalda de un abrazo pétreo
e irrompible. Algo en la madrugada son los ojos, que se abren,
observan, absorben y se cierran y se abren, de nuevo, con más fuerza,
con algo más de fe en la madrugada. Madrugada preguntona, irreverente,
tratando de cambiar el rumbo al tiempo… Todavía vivimos, cayendo entre
empinados riscos, vivos, aunque no conozcamos demasiado bien el
significado, podemos usar las palabras. Las palabras son hermosas y yo
estoy dentro de tus lágrimas de acero.
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ResponderEliminarun mundo feliz?
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