lunes, 21 de septiembre de 2015

La importancia

Necesito en algunos momentos olvidarme de todo, sentir solamente que soy una mota de polvo y cortar la corriente que gesta mi pensamiento. Necesito sentir en algunos momentos que la tierra es simplemente una anécdota nimia que pasa desapercibida ante la magnitud de la galaxia en que habita y necesito, también en algunos momentos, sentir que mi tiempo no es apenas tiempo para el tiempo de este planeta y aún menos ante la edad incalculable del universo. Lo necesito para abandonar la importancia que le doy a cada minuto absurdo que se adhiere a mi vida de vez en cuando, a cada dilema irrelevante que se presenta en aquello que llaman destino, porque así descanso y parece que dejara de existir, que dejara de ser.
Pero no es así, pues sigo pensando y encuentro que el tiempo es un concepto meramente humano, que la longitud de los segundos es variable, así como la distancia. Lo que parece grande puede ser a la vez pequeño y lo pequeño puede ser lo más grande. Cualquier cálculo está finalmente sometido al caos, así que no podemos calcular la importancia de nuestra vida conforme a la longitud o a la duración que tiene en el tiempo ni, por supuesto, según el tamaño de nuestro cuerpo respecto al tamaño inimaginable de una masa infinita. No podemos calcular la importancia porque la importancia es también un concepto humano. Lo único que termino percibiendo es que soy uno con todo, que mi tiempo no se separa del tiempo, que mi tamaño forma parte de la masa que constituye la inmensidad y que las cosas importan sólo cuando las considero importantes, cuando todos las consideramos importantes, su importancia persiste gracias al engaño que nos hacemos a nosotros mismos. Quizá forme parte del instinto de supervivencia.

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