viernes, 21 de marzo de 2014

Palabras al día XIX: Sobre la esclavitud (21/03/2014)

Odio el trabajo, lo odio con todo mi cuerpo, y no soy un vago, sé que no lo soy porque casi todo el tiempo me mantengo ocupado, y lo hago a propósito. Lo que odio es el trabajo obligado, el trabajo que se nos exige para obtener un salario, el trabajo supervisado por un jefe, el trabajo que no es trabajo sino esclavitud, ya que el verdadero trabajo es el que se realiza con amor y con cariño sin esperar otro resultado que no sea el producto de ese trabajo en sí mismo. Pero saber que esto es así, reconocer que es así, no ayuda en nada porque, queramos o no, vamos a tener que trabajar. Vale, hay quienes dirán que existen alternativas, que hay personas que han conseguido vivir sin trabajar, sin dinero y tal y cual, pero digan lo que digan, es obvio que eso no está al alcance de todos y que no en todas las vidas humanas se dan las condiciones necesarias para desarrollar una vida al margen del trabajo y del dinero. Muchos somos quienes durante la adolescencia e incluso ya pasada la adolescencia, hacemos planes en nuestra cabeza, vaciamos el tarro pensando en la manera de escapar (yo lo sigo pensando), pero finalmente, en algún momento inesperado, acabamos aceptando un empleo. Sé que mucha gente no me va a comprender, pues hay personas que están ya contaminadas hasta el cuello y sufren una especie de síndrome de Estocolmo con esto del trabajo, hablo de aquellas personas que suelen afirmar que les gusta trabajar y que si les tocara un premio, como puede ser la lotería, seguirían trabajando. Han aceptado su condición de esclavos, están secuestrados por la empresa o por el estado y eso les satisface. De hecho, hoy día, la gran mayoría de las personas desean fervientemente encontrar un empleo en el que las hagan fijas, a mí eso me aterroriza, cuando entro a trabajar en algo, desde el primer día hasta el último que marca el contrato estoy deseando que se termine, que se acabe y así disfrutar del tiempo libre hasta que la necesidad me exija ponerme a buscar otro empleo. Y no veo una alternativa en el hecho de ir saltando de trabajo en trabajo con largos intervalos de paro ni en encontrar uno en el que pase muy pocas horas porque aunque sólo tuviera media hora de trabajo a la semana, esa media hora para mí sería un sopor. Hay quien pensará que no veo la alternativa en un trabajo de pocas horas porque ese trabajo no me daría mucho dinero, pero no es así, a mí el dinero me da exactamente igual siempre y cuando tenga el suficiente para vivir, no tengo ese afán que tienen algunos por amasar una fortuna para gastárselo en productos que no necesitan. Pero no, no veo la alternativa en reducir las horas ni en ir saltando de un empleo a otro, yo quiero trabajar, pero trabajar sin obligación, únicamente en lo que me satisface y en lo que yo mismo me propongo.
Hay que establecer una diferencia clara entre el trabajo de verdad y la esclavitud, lo que hoy día ocurre es esclavitud, no es trabajo. La gente no trabaja, la gente se esclaviza. Si yo quiero moverme desde mi casa hasta la casa de mi abuela tengo que caminar unos pocos kilómetros, tardo quizás media hora en llegar, es posible que me de pereza porque no me apetezca andar tanto, pero quiero ver a mi abuela. Caminar hasta allá es trabajo y el producto es ver a mi abuela (No te parece un trabajo ¿Verdad). Si por el contrario llega un señor y me dice… “Camina hasta la casa de tu abuela y te pagaré un salario (Esto si te parece un trabajo ¿Verdad?), ya sabes que necesitas dinero para sobrevivir aquí, yo y unos cuantos nos hemos encargado durante miles de años de que no existan apenas alternativas para que puedas sobrevivir sin depender de un sueldo”, si me convence, entonces estaré aceptando la esclavitud.
Los cazadores recolectores de los primeros pueblos humanos o incluso los primeros agricultores, no sentían el trabajo como lo sentimos ahora nosotros porque no eran esclavos. Buscar alimento o producirlo para sobrevivir era una tarea de todos que formaba parte de sus vidas tal y como jugar, cantar, dibujar o tirarse en el suelo y mirar las estrellas (Nadie les pagaba un sueldo), y si no era así, ya sea porque alguien les esclavizaba o les manipulaba, debería haber sido así y debería ser así en nuestros días.
La esclavitud tendría que ser eliminada por completo, quizás el trabajo no pueda exterminarse, pero de ser así, lo suyo sería luchar por reducirlo al mínimo posible. Aunque, evidentemente, nada de esto entra dentro de la lógica capitalista, así que sigamos produciendo y consumiendo sin sentido alguno hasta que reviente todo.

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