domingo, 9 de marzo de 2014

Palabras al día VII: La vida detrás de las gafas (09/03/2014)

Cuando éramos niños, tocábamos las cosas con más atención, pasábamos intensamente los dedos por encima del gotelé, hincábamos las uñas en la goma de borrar y soplábamos inquietos todo diente de león observando anonadados el vuelo de sus clipselas. Sabemos que existió otro tiempo en el que la perspectiva con la que observábamos el mundo era totalmente diferente y bella, a veces somos capaces de oler esa perspectiva, pero incapaces de recuperarla. A veces llega un olor de antaño que nos recuerda como era de verdad la realidad, a veces llega un recuerdo que nos ofrece el olor verdadero de las cosas. Antiguas canciones nos transportan fuera del camino diario hacia la escuela o el trabajo. Los esquemas se rompen de vez en cuando, se crean brechas inesperadas que nos obligan a sentir que somos seres humanos y que la vida está hecha para ser vivida. Pero enseguida olvidamos esas llamadas, esos toques de atención y seguimos cabizbajos arrastrando los pies por el pasillo monótono de la muerte voluntaria.
Siempre buscando vías de escape que te acaban introduciendo aún más en el laberinto de tu propia mente. Todas las ideologías son una gran mentira, sus leyes, sus normas que recortan la visión del mundo ¡Malditas gafas de realidad virtual! Las religiones son la misma basura. Es muy complicado saber obtener los aspectos positivos de las grandes mentiras de la humanidad, por lo general casi siempre consiguen engañarnos, sólo el libre pensamiento y una voluntad muy abierta pueden conseguir resultados positivos para el corazón humano. “Piensa por ti mismo”, bonita consigna que nadie se aplica, al final termina siendo también parte de las ideologías y pierde completamente su significado.
Cada día que pasa me aparto más de las convicciones prefabricadas, me escapo de las discusiones insulsas de quienes defienden una bandera, un color o una simple etiqueta. Las etiquetas tienen la única función de ponernos a unos contra otros sin haber escuchado a nuestros supuestos opositores. Las etiquetas nos vuelven sordos, los colores nos vuelven ciegos y los dogmas nos vuelven mudos. Es una pena este mundo, es una pena esta humanidad, porque esta humanidad también soy yo y también pertenezco a este mundo, evidentemente, así que tengo claro que no hablo sólo para vosotros, de hecho, creo que a veces hablo sólo para mí y me grito porque si no, no me entiendo.

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