jueves, 6 de marzo de 2014

Palabras al día IV: El universo (06/03/2014)

Vuela un trozo de papel entintado entre la nada, zarandeado por un viento desconocido para las leyes de la física. En él hay una inmensidad de puntos salpicados y dentro de cada uno de esos puntos hay también una infinitud de puntos que contienen a su vez otros puntos aún más pequeños. El trozo de papel es el universo y en algún remoto punto de un punto de otro punto estamos nosotros dándole una importancia suprema a la ropa que llevamos puesta, al padrastro incómodo que nos ha salido en la carne inmediata a la uña o a lo que van a pensar de mí en el trabajo si se dan cuenta de que no me he duchado esta mañana. Mientras miramos el reloj en un vano intento de que las manecillas retrocedan para no llegar tarde a la entrevista, un cerebro humano ha desconectado todas las estructuras mentales que le ataban a una concepción de la realidad basada en un plano virtual efímero y desnaturalizado, poco después, crees ser feliz porque has superado la prueba, te han dado el puesto, pero la imagen de aquella cinta sobre la que caminas y que no te lleva a ningún lado sigue ahí, echas la vista hacia el suelo y observas tus pies ahora aún más veloces, pero siguen en el mismo lugar de siempre.
Alguien ha visto pasar el trozo de papel y se ha percatado de que está ahí dentro, lo ha visto volar y ha intentado agarrarlo. Un niño lo ha estado persiguiendo por las calles durante más de una hora y finalmente consiguió darse cuenta de que él era ese papel. Cuando miró a su alrededor sintió que se encontraba muy lejos de casa, pero no le importó y continúo alejándose cada vez más y más. Creo que llamó a la puerta del lugar donde se fabrican las estrellas y allí se quedó sentado mirando el rostro embaucador del tiempo.
La mamá del niño salió a buscarlo caída la noche y cuando las lágrimas de desesperación comenzaron a resbalar por las mejillas, apareció su hijo entre la lluvia de los ojos, luego ella se convirtió en árbol, aunque hay quien dice que ella siempre había sido un árbol. Cuando me sentaba a contemplarlo podía ver sus ramas que parecían estar abrazando el cielo.
Se acabará el tiempo, se extinguirá la acción y será como si no hubiera ocurrido nada. Toda esa ciencia que un día imaginamos para entender lo que somos, rebotará hasta ser un absurdo.
Por eso ayer le respondí a un amigo que… En los avatares de mi consciencia me encuentro, como casi todos los segundos de mi insólita vivencia, de nuestra enigmática existencia. Siempre cambiando, buscando algo, pero intentando dejar de buscar porque sé que la búsqueda nubla completamente lo buscado. Siempre pensando, analizando la vida, pero intentando sentirla y dejar el análisis relegado a ocasiones excepcionales. Siempre luchando, resistiendo la realidad, pero intentando aceptar lo que existe para no caer en la absurda oposición a lo que es, ya que lo que es, es y no tiene sentido negarlo.
Según pasa el tiempo me voy transformando en ese todo que es uno y me voy sintiendo ese uno que forma parte del todo. Me doy cuenta de que yo también soy tú y de que tú eres yo y el camino que nos separa o que nos mantiene unidos, es también lo que somos nosotros, lo que somos todos. Y el miedo de mi estómago se duerme y ya no siento la duda o, al menos, ahora me da igual la duda, ya no me importa porque estoy tranquilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario