Sobre las emociones
La más ausente de las emociones
suele ser la pasión. Su visita es escasa, pero bien es verdad que cuando se
acerca, vale cientos de veces más su aliento que el de la tristeza. Las
palabras que ella concede provocan al instante la expansión desbordada de mi
universo humano y a veces creo que no es algo del todo sano para mi mente, a
veces creo que la pasión es una enfermedad psicológica. No es posible, ya que
la pasión es la misma vida en todo su despliegue y si fuera locura,
encarcelaríamos nuestra sonrisa, pisotearíamos nuestra ilusión, escupiríamos
sobre nuestros sueños, reprimiríamos nuestros impulsos ¡Qué curioso! Justo es
eso lo que hacemos millones de personas diariamente a lo largo de esa danza
necrótica que llamamos vida. No, la pasión no es insalubre y para las pocas
veces que viene a visitarnos, triste me parece renegar de los sentidos para
evitar su presencia.
Sin embargo, la tristeza si que
es una enfermedad, pero sería necedad también negarla el paso porque, por
experiencia hoy sé que cuando viene a acosarnos, no se larga hasta que nos
dignamos a escucharla. Sólo tras la comprensión se ve, vago aún, al optimismo
aproximarse y cuando llega se enzarza en cruento duelo dialéctico con la
tristeza. Es ahí cuando hemos de ignorar las palabras de la enfermedad y seguir
las instrucciones de la luz, es así como la sangre de la dueña de los llantos
se derrama cuando la utopía de las sonrisas extrae la daga de su estómago
doliente. Luego el charco se evapora y en nuestras manos queda despertarse y
renacer.
Entonces nace la alegría y, si
dejamos la absurda timidez a un lado y hablamos consecuentemente con ella,
sentiremos que la luna está tratando de anidar en nuestra esencia primitiva,
también, que el continuo tintineo de las hojas de los robles desea rodear cual
fina hebra nuestra oreja y quizás, que el olor heterogéneo del instante está
haciendo un esfuerzo incansable por viajar imperturbable a través de los
rincones de nuestro espíritu dormido. Dicho esto, dependiendo de nuestra
propensión, podremos dormitar sobre los húmedos labios de la pasión o tapiar
como insensatos inconscientes las puertas abiertas hacia la vida en su completo
significado.
Más adelante uno comprende que hay
un niño agazapado tras la sombra de la pasión y que únicamente amanece cuando dicha
pasión se queda a nuestro lado para siempre. Ese niño se asoma entre los besos,
los abrazos y caricias de la gente. Ese niño sonríe sobre las miradas que
arrancan suspiros profundos y baila en la garganta del músico extasiado. Pero
ese niño no nace, no amanece en un instante, ese niño sólo ocupará nuestro
cuerpo cuando aprendamos a vivir, cuando la pasión deje de ser una emoción
ausente y comience a formar parte de todos los instante, desde el ahora hasta
el momento de nuestra muerte.
El niño se llama Amor, todos
hablan de él, pero nadie le conoce porque no le dejan nacer. El amor no es
tangible ni es mensurable, no es una relación de pareja ni nada semejante, pues
en él no hay reproches ni celos, no hay egoísmo ni envidia, y lo más
importante, él no puede ser sentido hacia una o varias personas, esas serán
otras emociones, ya que él es sentido hacia todas las cosas en el mismo grado e
intensidad y de no ser así, no será él de quien estemos hablando ni a quien
estemos sintiendo.
sencillamente hermoso
ResponderEliminar