lunes, 3 de marzo de 2014

Palabras al día I: Sobre las emociones (03/03/2014)

Palabras al día (2ª parte de "Al día un escrito  (Reflexiones diarias durante el mes de enero de2013)")

Sobre las emociones
La más ausente de las emociones suele ser la pasión. Su visita es escasa, pero bien es verdad que cuando se acerca, vale cientos de veces más su aliento que el de la tristeza. Las palabras que ella concede provocan al instante la expansión desbordada de mi universo humano y a veces creo que no es algo del todo sano para mi mente, a veces creo que la pasión es una enfermedad psicológica. No es posible, ya que la pasión es la misma vida en todo su despliegue y si fuera locura, encarcelaríamos nuestra sonrisa, pisotearíamos nuestra ilusión, escupiríamos sobre nuestros sueños, reprimiríamos nuestros impulsos ¡Qué curioso! Justo es eso lo que hacemos millones de personas diariamente a lo largo de esa danza necrótica que llamamos vida. No, la pasión no es insalubre y para las pocas veces que viene a visitarnos, triste me parece renegar de los sentidos para evitar su presencia.
Sin embargo, la tristeza si que es una enfermedad, pero sería necedad también negarla el paso porque, por experiencia hoy sé que cuando viene a acosarnos, no se larga hasta que nos dignamos a escucharla. Sólo tras la comprensión se ve, vago aún, al optimismo aproximarse y cuando llega se enzarza en cruento duelo dialéctico con la tristeza. Es ahí cuando hemos de ignorar las palabras de la enfermedad y seguir las instrucciones de la luz, es así como la sangre de la dueña de los llantos se derrama cuando la utopía de las sonrisas extrae la daga de su estómago doliente. Luego el charco se evapora y en nuestras manos queda despertarse y renacer.
Entonces nace la alegría y, si dejamos la absurda timidez a un lado y hablamos consecuentemente con ella, sentiremos que la luna está tratando de anidar en nuestra esencia primitiva, también, que el continuo tintineo de las hojas de los robles desea rodear cual fina hebra nuestra oreja y quizás, que el olor heterogéneo del instante está haciendo un esfuerzo incansable por viajar imperturbable a través de los rincones de nuestro espíritu dormido. Dicho esto, dependiendo de nuestra propensión, podremos dormitar sobre los húmedos labios de la pasión o tapiar como insensatos inconscientes las puertas abiertas hacia la vida en su completo significado.
Más adelante uno comprende que hay un niño agazapado tras la sombra de la pasión y que únicamente amanece cuando dicha pasión se queda a nuestro lado para siempre. Ese niño se asoma entre los besos, los abrazos y caricias de la gente. Ese niño sonríe sobre las miradas que arrancan suspiros profundos y baila en la garganta del músico extasiado. Pero ese niño no nace, no amanece en un instante, ese niño sólo ocupará nuestro cuerpo cuando aprendamos a vivir, cuando la pasión deje de ser una emoción ausente y comience a formar parte de todos los instante, desde el ahora hasta el momento de nuestra muerte.
El niño se llama Amor, todos hablan de él, pero nadie le conoce porque no le dejan nacer. El amor no es tangible ni es mensurable, no es una relación de pareja ni nada semejante, pues en él no hay reproches ni celos, no hay egoísmo ni envidia, y lo más importante, él no puede ser sentido hacia una o varias personas, esas serán otras emociones, ya que él es sentido hacia todas las cosas en el mismo grado e intensidad y de no ser así, no será él de quien estemos hablando ni a quien estemos sintiendo.

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