La música no es un producto de
las matemáticas, me saca de quicio cuando se dice lo contrario. El solfeo si
que tiene mucho que ver con las matemáticas, pero la música no siempre va
ligada a esa ciencia. Hay una cuestión complicada aquí: podemos pensar que toda
la realidad responde a fórmulas matemáticas o que nosotros, comos humanos, le
aplicamos las matemáticas a la realidad para simplificarla y entenderla. Quizás
ocurran las dos cosas o, tal como yo pienso, quizás la razón esté en el segundo
planteamiento; aplicamos las matemáticas a la realidad para hacerla
comprensible, medible y explicable.
Todo esto lo digo sin dejar de
lado la cuestión de la música, porque la música es una cosa muy complicada de
comprender y no basta con fórmulas y operaciones, las operaciones pueden servir
para componer, son un punto de apoyo muy necesario, pero la emoción que
determina la originalidad de lo que luego se interprete y el sentimiento que
genere en quien lo escuche, no es para nada medible ni es a día de hoy inteligible
para la mente. Si a uno le proponen que componga una melodía triste,
melancólica, doliente, recurrirá a los acordes menores y si se le pide lo
contrario, utilizará los acordes mayores, y ahí se estaría utilizando en cierto
modo la matemática, pero ¿Acaso las matemáticas explican por qué bajar medio
tono a la nota correspondiente en un acorde mayor (convirtiéndolo en menor)
produce una sensación de profundidad, relajación e incluso tristeza en los
seres humanos? ¿Explican acaso por qué un sentimiento complejo de un compositor
es capaz de plasmarse en la melodía que compone y por qué luego esa melodía
produce un sinfín de emociones complejas totalmente diferentes en cada uno de
los seres humanos que la escuchan? La música es un idioma, un idioma que
podemos aprender a hablar, pero no podemos entenderlo intelectualmente y eso es
lo interesante.
Estamos acostumbrados a racionalizar
la realidad, a intentar entender cada aspecto diferente de la vida, a
comprender la función de los objetos que se nos presentan, y para ello, nos
apoyamos en las palabras, las cuales ayudan a evocar una imagen estándar de la
forma, que nos permite amoldar al intelecto lo que no conocemos. El reto de la
música está exactamente ahí, la música es infinita, se alimenta de
combinaciones infinitas entre el ritmo, el timbre, la intensidad y la altura, y
no nos habla, no nos dice nada concreto, no nos dice nada comprensible, pero
nos hace sentir, nos puede llegar a hacer llorar, puede hacernos gritar, puede
ponernos los pelos de punta y puede levantarnos del sofá, energizarnos.
Nada de esto tiene explicación
por el momento, pero en el fondo, nada en sí mismo tiene una explicación, como
esa que siempre andamos buscando, esa respuesta intelectual al porqué de los
porqués. La explicación no puede entenderse, la explicación sólo puede
sentirse, comprenderse emocionalmente. La comprensión emocional debería estar
siempre en un nivel superior al del entendimiento intelectual, si así fuera,
tendríamos muchos menos problemas que los que ahora atormentan a la humanidad,
y lo hermoso de todo esto es que no hay nada mejor que la música para trabajar
esa comprensión emocional porque, como he explicado desde el principio, sólo a
través de las emociones es posible comprender la música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario