lunes, 16 de marzo de 2020

Reflexión número 3

Pasada la moda del último juguete masturbatorio, del que se habló quizás más que del coronavirus, pasada la afición hacia los tejemanejes del gato y aburridos también de su insuperable ternura, comenzamos a preguntarnos qué podría ser entonces lo que nos faltaba ¿Acaso podía existir algo más allá de aquel perfecto artículo vibrante, de aquel pelaje cálido y suave y, por añadidura, de esa inmejorable máquina que llamamos microondas? Otra vez andábamos insatisfechos, reconociéndonos crédulos por haber pensado que lo teníamos todo. Pero de cualquier forma, aunque sacaran algo nuevo, alguna estúpida cosa que volviera a llenarnos de placer instantáneo, no íbamos a poder comprarlo, y cuando acabara esta insólita condena, seguro que esa cosa habría pasado ya de moda.
¿Qué pudo hacer que se viera tan reducido de pronto nuestro interés constante por el placer sexual? ¿Cómo pasó tan rápido a un segundo plano? ¡Si parecía estar siempre en la cúspide de nuestras exigencias y necesidades! ¿De qué manera dejó el gato de paliar de repente nuestro profundo sentimiento de soledad? ¿Y el microondas? ¿Por qué queríamos ahora cocinar pacientemente? ¿Por qué venía bien ahora dedicarse por entero a la cocina y calentar a fuego lento cada mínima porción?
Imagino que hubo quienes ante tanto interrogante, llegaron a una profunda conclusión: Si yo lo tengo todo o eso creo, y de repente todo aquello que era todo ya no es nada, cuando lo tenga todo nuevamente, será otra vez muy pronto aquello nada, así que ahora que observo que algo falta, será que en realidad lo tengo todo. Pues ser quien soy sin ese sentimiento de carencia, es sólo un vago croquis de mí mismo. Un yo que no se oprime tras la idea de que tiene una carencia, no soy yo. El yo definitivamente pleno es el que anhela, si hay otro por ahí que no lo hace, debiera prontamente aproximarse a alguna fábrica de humanos y exigir que se le instale cuanto antes la ambición y la creencia corrosiva de que hay algo que le falta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario