viernes, 13 de diciembre de 2019

Más allá

Más allá del continuo intento por estar todos de acuerdo, más allá de la persecución reiterada del olor a consenso, más allá de la imagen ridícula que nos convence de que la realidad se encuentra en un estado determinado, con un carácter concreto que es (hay quienes piensan) una parte natural del supuesto tiempo que nos toca. Más allá, mucho o quizás sólo un poco más allá; no hay nada, pero nada de nada. Y es preciosa ella, porque lejos de lo que la mayoría pensamos, cuando la miras directamente a los ojos, todo empieza a tener importancia, pero esta vez es cierto. No hace falta decirse que a uno le hacen falta valores, que a uno le hacen falta una serie de dogmas al menos básicos para encontrar el sentido de su propia vida. No le hace ninguna falta a uno inventarse cosas en las que creer ni obligarse después a creerlas, no le hace falta a uno apoyar su vida en sus propios esquemas de cartón. Cuando uno mira a los ojos a la nada, se siente obligado a sincerarse consigo mismo, y descubre porqué creía en lo que quería creer, y porqué hacía realmente todas las cosas que quería hacer aparentemente desde lo más profundo de su voluntad. Uno observa entonces que casi todo es fruto del miedo a la nada, por eso cuando uno mira, y pierde el miedo, uno se ve a sí mismo, desnudo. Y cesa paulatinamente la actividad frenética que nos caracteriza. Uno entiende, uno abraza y comprende, no necesita nada más. Uno agradece y sabe por fin vivir.

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